Artrosis de cadera
Con el paso de los años las articulaciones sufren un proceso de desgaste por el que el cartílago pierde agua y se vuelve más frágil. Este deterioro del cartílago, junto con la alteración que también padece el hueso subyacente, es lo que se conoce como artrosis, y puede afectar a múltiples articulaciones como rodillas, manos o cadera.
La artrosis de cadera aparece generalmente entre los 50 y 60 años, y el principal síntoma que produce es dolor en la ingle que a veces se irradia a la rodilla, limitando más adelante la capacidad de movimiento y dificultando la marcha. La artrosis además se puede producir como consecuencia de traumatismos y fracturas que comprometan el cartílago, o enfermedades como displasia congénita de cadera o artritis reumatoide, entre otras.
Las lesiones cartilaginosas permanecen indoloras durante cierto tiempo, ya que el cartílago no está inervado, y cuando aparece el dolor es porque el hueso se encuentra afectado aunque sea en grado mínimo.
Algunos fármacos reducen la inflamación y el dolor, pero de momento no hay un medicamento que retorne al cartílago a su estado normal. Los fármacos más utilizados son los antiinflamatorios no esteroidales y los analgésicos que poseen una acción calmante transitoria y ayudan al alivio de las molestias, pero su utilidad en regeneración de cartílago no está probada con trabajos científicos.
El ejercicio programado y adecuado ayuda a mantener la movilidad de la articulación, mantiene la flexibilidad, potencia la musculatura y contribuye a estabilizar la articulación. Además es de mucha utilidad bajar de peso para aquellos pacientes con obesidad o sobrepeso.
Si la artrosis no es tratada a tiempo la condición puede empeorar, ya que la cadera va perdiendo movilidad hasta el punto de aparecer dolor en las lumbares ya que inconscientemente al tener dolor el propio individuo compensa su movimiento con la columna. Al final, los huesos rozan uno contra otro y el dolor se intensifica de tal forma que incluso puede suceder que los músculos se debiliten y aparezca una cojera.
Sin embargo, la artrosis de cadera tiende al deterioro progresivo. Por ello, muchos casos terminan en una operación. Ésta consiste en sacar la articulación de la cadera que se encuentra dañada y reemplazarla por una articulación artificial (prótesis), con el fin de aliviar el dolor y recuperar la movilidad.
Se utilizan implantes que se integran al hueso en forma biológica (prótesis no cementada) o mediante el uso de un cemento quirúrgico especial que ayuda en su fijación al hueso (prótesis cementada).
La decisión sobre la fijación de la prótesis al hueso y el material que va a articular depende de factores como edad del paciente, actividad y calidad ósea entre otros. Por lo general, los resultados son muy buenos, los dolores desaparecen y la movilidad de la cadera puede llegar a mejorar significativamente.